Grabación de la edición comprada por Nicolás Hernández de Hita, Madrid, 1724
PROYECTO REALIZADO EN COLABORACIÓN DE LA COMUNIDAD DE MADRID
PROGRAMA DE AYUDAS A EMPRESAS PARA REALIZAR PROYECTOS DE MÚSICA EN 2022
DIRECCIÓN GENERAL DE PROMOCIÓN CULTURAL
CONSEJERÍA DE CULTURA Y TURISMO

Dos de las colecciones instrumentales preferidas por los músicos aficionados de toda Europa fueron las ediciones de los Conciertos Reales de François Couperin (Concerts Royaux, 1722) y la Música para Banquetes de Telemann (Musique de Table, edición grabada, por suscripción, de 1733). Se han conservado ejemplares de ambas obras desde Rusia hasta Cádiz, y al menos 4 ejemplares de la Tafelmusik de Telemann y 3 de los Concerts Royaux de Couperin destinados a compradores con residencia en España aparecen en las listas de los suscriptores originales. Hasta ahora, de estos siete ejemplares sólo uno ha aparecido en Madrid, en la biblioteca inmensa de los herederos de Don Nicolás Hernández de Hita, un rico comerciante de tejidos y especias que nació y murió en Madrid (1679-1740).
No sabemos muy bien en qué condiciones pudieron interpretarse estas obras en la casa de Don Nicolás, que era un más que competente intérprete aficionado de instrumentos de teclado, pero sin mucha dificultad podemos pensar en que probablemente pudieron servir para amenizar muchas tardes en sus salones en una interpretación que casi seguramente se reduciría a un violín para la parte melódica y el continuo formado por un clave y una viole de gambe, aunque este instrumento, fuera de los círculos de los amantes de la música francesa, sería poco frecuente en la capital. ¿Quizás algún amigo francés del propietario la tocara? Como veremos enseguida, esto es casi seguro, aunque hay que recordar que en el Madrid de 1724 la moda francesa ya hacía mucho tiempo que había sustituida por los aires italianos, con lo que la existencia de esta edición original de los Concerts Royaux de Couperin en la capital de España se hace todavía más misteriosa.
La edición está finamente anotada por una mano de escritura elegante, la misma que registró la llegada del ejemplar a Madrid en febrero de 1724. Es notorio que su uso fue frecuente, no ya por las anotaciones, que no son demasiado numerosas, pero sí por su interés, puesto que parecen clarificar algunas indicaciones dinámicas y ornamentales del original (¿sugerencia quizás del hipotético violagambista, versado en música francesa?). Lo más llamativo, sin embargo, es la anotación que indica que, al menos en alguna ocasión, la interpretación completa de los Conciertos Reales, y en su orden original (del primero al cuarto) se hizo intercalando varias piezas para clave solo escogidas del repertorio del propio François Couperin (quizás interpretadas por el propio Don Nicolás) y también alguna vez, y aquí reside la mayor sorpresa, intercalando varias pièces de luth (piezas para laúd) de compositores como Mouton o Gallot, pertenecientes a una generación anterior a François Couperin pero cuya estética era, por cierto, adorada en la corte del Rey francés. Así pues, ¿contaron los salones de Don Nicolás Hernández de Hita con la presencia de un violagambista y un laudista? ¿O, al menos, en alguna ocasión? ¿Y si el propio violagambista tocara también el luth? Tradicionalmente, muchos gambistas franceses tocaban también el laúd o la tiorba, así que esto no debería asombrarnos, aunque la posibilidad de hallar “a mano” a dos instrumentistas versados en estos instrumentos en Madrid, o incluso a uno que dominara ambos instrumentos, se puede calificar como un verdadero golpe de suerte.
Desgraciadamente las de laúd escogidas en aquellas ocasiones no aparecen específicamente consignadas en las anotaciones, así que esto habrá que dejarlo a la imaginación de los intérpretes, y eso hemos hecho: hemos escogido 3 hermosas piezas para laúd (una de Charles Mouton, y dos anónimas) que sirven, en su caso, como preludios a sendos Conciertos Reales de François Couperin, y además hemos seguido la mayor parte de las indicaciones ornamentales y dinámicas que aparecen en las anotaciones del ejemplar madrileño.