“…Hace algunos años que compuse tres Lecciones para Viernes Santo, a petición de las religiosas de L. [Longchamp], donde se cantaron con éxito. Esto me llevó, hace pocos meses, a […]
“...Hace algunos años que compuse tres Lecciones para Viernes Santo, a petición de las religiosas de L. [Longchamp], donde se cantaron con éxito. Esto me llevó, hace pocos meses, a componer Lecciones para Miércoles y Jueves Santo. De momento, sin embargo, solo presento las tres para el primer día, ya que no dispongo de tiempo suficiente entre ahora y Cuaresma para hacer imprimir las otras seis. La primera y la segunda [lecciones] de cada día serán siempre para una voz, y la tercera para dos voces; consecuentemente dos voces serán suficientes para interpretarlas; aunque la voz está escrita en clave de soprano, cualquier otro tipo de voces puede cantarlas, sobre todo considerando que todos quienes hoy en día saben acompañar también saben transportar la música. Si al público le agradan, presentaré las otras seis, tres cada vez. Si al acompañamiento del órgano o el clave se le puede añadir una parte de bajo de viola o de violín, el resultado sería muy efectivo...” (François Couperin, organista-compositor de la Chapelle Royale)
Las Lecciones de Tinieblas constituyen uno de los más bellos momentos de la liturgia católica tradicional, tal y como se ha practicado hasta hace pocos años. Durante tres noches de la Semana Santa -conocidas como Sacrum Triduum (Jueves, Viernes y Sábado Santo) por cada uno de los tres nocturnos que conforman el servicio de maitines, esta liturgia requiere que se canten tres salmos con sus tres antífonas, y tres lecciones seguidas por sus responsorios. Para el primer nocturno, las lecciones se basan en el texto de las Lamentaciones de Jeremías.
Extensa elegía sobre la destrucción del templo de Jerusalén, este texto es además uno de los más hermosos poemas del Viejo Testamento. El poema es un acróstico, y cada verso comienza con una letra del alfabeto hebreo, que también sirve como referencia: se trata de un antiguo recurso retórico y mnemotécnico que perduró en la traducción latina de la Biblia, se conservó durante la Edad Media y ha llegado a nuestros días, ya que las letras Aleph, Beth, Ghimel, etc., todavía se cantan antes de cada verso latino.
Fue en el París del siglo XVII, curiosamente, donde el Oficio de Tinieblas se convirtió en la parte central del devocional. Los rituales de Semana Santa se seguían entonces en París como hoy en día en España, lo que iba en beneficio de la parte musical: el canto de las religiosas congregaba a mucho público, e incluso los cantantes profesionales comenzaron a tomar parte en los servicios litúrgicos, alternando el teatro y el convento, para desesperación de los fieles más conservadores.
En nuestro caso, hemos conseguido recuperar las antífonas y los responsorios de un breviario parisino de la época de Couperin, cuyo orden difiere del de los breviarios romanos. El salmo que aquí precede a la primera Lamentación es el tercer salmo del primer nocturno, cantado alternando la salmodia tradicional con un fauxbourdon (fabordón) del siglo XVII, cuya utilización se conservó durante mucho tiempo. Cada Lección de Couperin viene seguida del responsorio correspondiente, tal y como se indica en el breviario mencionado, habiéndose también utilizado para la repetición final del responsorio el tipo de fabordón tradicionalmente usado para las antífonas, a fin de establecer una transición hacia el principio de la Lección siguiente. Para la conclusión hemos escogido el verso Christus factus est, utilizado en la liturgia durante los tres días centrales de la Semana Santa.
Couperin nos muestra aquí el infinito vuelo de su pensamiento musical, su facilidad para seguir la entonación natural y el ritmo del verso latino, que dan al lenguaje esa soberana libertad que permite al compositor expresarse con profundidad sin recurrir a efectos superfluos, mostrar la belleza estructural de las frases musicales, que, sin esfuerzo aparente, se expanden y se contraen, se alzan y vuelven a reposar. Además nos muestra, sobre todo, su corazón: nos redescubre el texto de las Lamentaciones de Jeremías, aportando a ese lamento la melancolía que le es propia, dulce, casi suave, y que le lleva no ya a temperarlo, como a veces se ha creído, sino a interiorizarlo y a hacerlo propio. Sin apoyarse en efectismos, utilizando simplemente una o dos voces acompañadas por el órgano y el bajo de violín (basse de violon), he aquí la más doliente de las músicas, la más emocionante jamás salida de la pluma de este músico poeta y contemplativo.
Gérard Lesne, uno de los más grandes contratenores de la historia, es el encargado de transmitirnos el sublime lenguaje musical de Couperin: su voz cálida, única, llena de emoción, de una perfección técnica asombrosa, flexible, estilísticamente perfecta, desgrana con una sensualidad indescriptible cada una de las notas, se recrea en todas las inflexiones de esta música tan poderosamente expresiva. Se une a él el también contratenor Steve Dugardin en la Tercera Lamentación, y en todo momento un bajo continuo estelar (Bruno Cocset al bajo de viola, Pascal Monteilhet a la tiorba y Jean-Charles Ablitzer al órgano) provee el sustento ideal a las aterciopeladas voces solistas. Además, tanto Josep Cabré como Malcolm Bothwell se unen a las voces de Lesne y Dugardin en la restitución de las partes de canto llano y fabordón. El resultado es irrepetible, una de esas grabaciones que toda persona de gusto ha de conocer.
Libreto de 32 páginas con artículos de Jean Lionnet y Philippe Beaussant. Notas musicológicas en francés, español e ingles. Textos cantados latinos originales con traducciones en francés de época, español e inglés
Grabado en Gran Refectorio de la Abadía Real de Fontevraud (FR), mayo de 1991
Toma de sonido y edición digital: Dominique Matthieu & MC2 Chevreuse, Yvelines (FR)
Reconstrucción musicológica: Jean Lionnet (Atelier d'Etudes du Centre de Musique Baroque de Versailles)
Producción musical: Michel Bernard
Producción ejecutiva: François-Dominique Jouis & José Carlos Cabello
Diseño de portada: François-Dominique Jouis & Nicole Moscovitz
Diseño del libreto y coordinación editorial: José Carlos Cabello
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François Couperin: Première leçon à une voix. Aleph. Quomodo sedet sola civitas
François Couperin: Deuxième leçon à une voix: Teth. Sordes ejus in pedibus
François Couperin: Troisième leçon à deux voix: Jerusalem, Jerusalem, convertere
Anónimo, canto llano: Verset: Christus factus est
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