C 9639 FRANÇOIS COUPERIN: MES PIÈCES FAVORITES DE FRANÇOIS COUPERIN [11,99 Euros]
Qobuz - C 9639 F. Couperin: Mes pièces favorites
Yo creo que François Couperin nunca existió. Y no hablo solo del hombre, ese François Couperin que llegó al mundo un 10 de noviembre de 1668 en los apartamentos que su padre, organista de Saint-Gervais, ocupaba en la calle del Pourtour, y que le dejó huérfano a los once años. François hubo de tener prodigiosas dotes musicales porque desde esa edad hasta los dieciocho años los Mayordomos de Saint-Gervais le garantizaron a él y a su madre el uso de la casa paterna y lo que se denominaba “la futura”, es decir, el puesto heredado de organista, para que se fuera formando debidamente, hecho insólito por entonces. Poco más sabemos sobre el hombre, aparte de que pasaba los días ocupado con las obligaciones propias del organista de tan importante iglesia (¡atendía nada menos que unos 400 servicios al año!) y cuyos escasos datos biográficos repartidos en anodinos documentos notariales desesperan a los especialistas, ávidos de encontrar algo que desvele detalles desconocidos de la personalidad de ese ser humano. Todo el mundo parece quererlo y respetarlo, desde el mismo Luis XIV hasta sus compañeros músicos, que jamás hablan mal de él (y eso que convivió con personalidades tan complicadas y coléricas como Antoine Forqueray o Louis Marchand). Atormentado siempre por su “mala salud y múltiples enfermedades”, esta gran figura universal del clave hubiera pasado simplemente por un cumplidor (y excelente, digámoslo ya) compositor de música religiosa hasta los 45 años, momento en que llevó a publicar su Primer Libro para ese instrumento. A la vez reservado y poco dado a lo ostentoso, es sin embargo consciente de la importancia e individualidad de su música para teclado y muestra un evidente malestar con aquellos que “de manera que yo considero como impertinente no observan fielmente, hasta el mínimo detalle” las instrucciones que cuidadosamente anota sobre articulación, fraseo y ornamentación. El mismo que en su tratado L’Art de toucher le clavecin dice preferir “lo que me emociona a lo que me sorprende” y que tiñe su maravillosa música para clave con dos efectos fundamentales: por un lado el stil luthé, que hasta entonces era más un recurso musical, una posibilidad usada aquí y allá por sus antecesores, como su tío Louis Couperin o por Chambonnières. Para él fue una razón de ser que le permitió convertir su obra en una música elusiva, brumosa, casi irreal, en la que las voces se desvanecen y reaparecen mientras se conserva su resonancia, y otras surgen después. Por otro lado, su música queda también definida en gran parte por la manera en que contrae la extensión del teclado, tendiendo a favorecer el registro bajo, con el que suele desear comunicar emociones graves, sentidas, casi secretas. No, alguien capaz de componer una música tan misteriosa, inasible, etérea, no puede haber existido en realidad. El músico al que le gustaba jugar con nuestras sensaciones y nuestra imaginación con sugerentes títulos para sus piezas, como “las sombras errantes” [pista 4], “las barricadas misteriosas” [pista 18] o “las tiernas languideces” [pista 2] no es más que el producto de un sueño de todos los que amamos su obra y nos estremecemos ante sus vaporosas armonías, su música hecha de reflejos, incierta, sutil, poética, nostálgica y velada. (José Carlos Cabello)Qobuz - C 9639 F. Couperin: Mes pièces favorites
Artista
- Yago Mahúgo, clave (construido por Keith Hill en 2009, según un original de Taskin del año 1769)
Información adicional
- Duración total 60:02 Libreto 28 páginas a todo color con fotografías exclusivas del artista de @mandragora.pro, y extensas notas escritas por José Carlos Cabello. Grabación Fontenebro (España), diciembre de 2018 Sonido, edición digital y producción musical Yago Mahúgo Masterización Jesús Trujillo & Yago Mahúgo Producción ejecutiva Yago Mahúgo & José Carlos Cabello Diseño y edición del libreto José Carlos Cabello Cubierta Foto de @mandragora.pro
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Les Idées Heureuses
Prélude VII de L'Art de toucher le clavecin
Le Dodo ou L'amour au Berceau