C 9404 SIGISMONDO D’INDIA: PRIMO LIBRO DE MADRIGALI, 1607 [11,99 Euros]

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Sigismondo d'India está considerado hoy en día, a la par que Claudio Monteverdi, como uno de los compositores más importantes de música vocal profana de principios del siglo XVII. Sin embargo, en contraste con la riqueza de información sobre la vida de Monteverdi que se conserva en documentos contemporáneos, conocemos comparativamente poco sobre la vida de d'India. Sabemos que era un noble de la ciudad siciliana de Palermo (las portadas de algunas de sus obras lo describen como nobile palermitano), donde nació alrededor de 1582 (por lo tanto sería unos quince años más joven que Monteverdi), y que durante la primera década del siglo XVII viajó por Italia visitando varias cortes. De hecho, d'India y Monteverdi probablemente se conocieron cuando d'India visitó Mantua en 1606. Parece que su experiencia en el intenso mundo artístico de la corte de los Gonzaga causó una gran impresión en el joven d'India: su primer libro de madrigales a cinco voces se lo dedicó al Duque de Mantua en octubre de 1606, apareciendo justo un año después del quinto libro de Monteverdi, también dedicado al Duque Vincenzo I. Otra curiosa conexión entre los dos compositores es el apasionado poema de Guarini titulado Crud'Amarilli: la colección de Monteverdi se abre con una musicalización de este texto, y la de Sigismondo d'India del mismo poema es seguramente el madrigal más desgarrador de su primer libro.

En 1611 d'India fue nombrado director de música de cámara en la corte de Carlo Emanuele I, duque de Saboya, y permaneció en Turín hasta mayo de 1623. Hacia el final de su vida d'India viajó de nuevo por Italia, quedándose un tiempo en la corte estense de Módena. Aunque parece que le ofrecieron el puesto de Capellmeister en la corte bávara de Maximiliano en la primavera de 1628, es improbable que haya ido allí ya que murió en el transcurso del mismo año, en Módena.

La documentación disponible ofrece poca información sobre d’India como individuo o su lugar en los círculos dentro de los cuales se movía, pero nuestra imagen del compositor adquiere algo de color cuando leemos las informaciones existentes sobre el efecto que tuvo en sus contemporáneos. La gran Vittoria Archilei, que junto con Giulio Caccini fue una de las cantantes más renombradas de la corte de los Médicis, reaccionó a una interpretación del propio d’India de algunas de sus canciones durante su visita a Florencia en 1608 con el siguiente elogio: “Nunca había oído un estilo que tuviera tanta fuerza y expresara tan bien el significado del texto...”, mientras que el príncipe Alfonso III d'Este, un entusiasta e inteligente mecenas de las artes, dijo de Sigismondo d’India en 1624: “... sobre sus cualidades y excelentes maneras [...] no puedo sino alabarle, y lo respeto y amo como un miembro excepcional de su profesión.”

Los prefacios de algunas de las publicaciones de d'India revelan más detalles, ya que aquí el propio compositor describe su enfoque de la música. Por ejemplo, en su prefacio al lector en Le Musiche da cantar solo de 1609 d'lndia se refiere a su sed de conocimiento y su deseo de aprender el arte de la composición polifónica y el del canto solista a partir del estudio de los mejores ejemplos. Continúa diciendo: “Descubrí que uno podía componer en la manera verdadera utilizando intervalos inusuales, moviéndose con la mayor novedad posible de un acorde a otro, según el significado variable de las palabras...”

Esto resume el constante afán de novedad que caracteriza el primer libro de madrigales de d'India, publicado en Milán en 1606 (esta grabación utiliza de hecho la edición de 1607). La sólida formación de d'India en la técnica de composición polifónica le proporcionó un marco básico que llenó de nuevas ideas y efectos, incorporando a la textura tradicional de cinco voces la libertad de la línea melódica obtenida de su propia habilidad como cantante solista. Desde el principio, al oyente le impresiona el sentido de una forma que se extiende hasta sus límites. Ninguna frase de estas piezas queda sin ser atendida de modo especial por la determinación de d'India de retratar cada matiz, cada cambio mercurial de los textos poéticos. Si los teóricos conservadores de la época encontraron mucho que objetar en los madrigales de Monteverdi, ¡cuánto más deben haber encontrado en los de d'India! En esa época era prácticamente una convención que el primer libro de madrigales de un joven compositor fuera una exposición de sus aptitudes técnicas, pero en el caso de Sigismondo d'India su primera colección, publicada cuando probablemente sólo tenía veintipocos años, es una audaz muestra no de mera competencia técnica, sino de una precoz trascendencia de la ortodoxia. Los madrigales son extraños, ciertamente, pero no son precursores aberrantes de un estilo más fácil (a diferencia de los madrigales de Gesualdo, al que a menudo se cita como influencia), sino creaciones perfectas y autosuficientes. Ciertamente fueron muy populares, ya que para 1610 este primer libro había sido reimpreso dos veces por la importante firma veneciana de Gardano, que también publicó su segundo libro, en 1611.

Las versiones que nos ofrece The Consort of Musicke en esta maravillosa grabación, realizada en su época dorada, supondrán una revelación para el oyente.

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