C 9638 ELEGIES: SEVEN SIGHS OR PASSIONATE PLAINTS [11,99 Euros]

Qobuz - C 9638 Elegies: Seven Sighs or Passionate Plaints for Sorrowful Souls

INVOCACIÓN, SIETE SUSPIROS & EPÍLOGO

Dirigir un sello discográfico de música antigua hoy: algunas reflexiones.

Fue a principios del año 2018 cuando hablé por primera vez con Evelyn Tubb y Anthony Rooley sobre la posibilidad de lanzar en Cantus una colección dedicada a The Consort of Musicke, el legendario conjunto del que ellos, junto con Emma Kirkby, han sido durante muchos años base y principales impulsores. La idea era editar en nuestro sello una veintena larga de extraordinarias, míticas grabaciones del grupo, realizadas en los años 80 y 90, durante los que el grupo alcanzó su máximos niveles de calidad y fama mundiales. Por diversas causas esas grabaciones no tuvieron en su momento la difusión internacional necesaria, y muchas de ellas ni siquiera llegaron a ser distribuidas de manera efectiva. Rápidamente estuvimos de acuerdo en que sería una maravillosa idea recuperar esas grabaciones deslumbrantes y publicarlas en ediciones de lujo con nuevas portadas, nuevas y mejoradas traducciones, acompañadas por bellas ilustraciones: así nació The Consort of Musicke Heritage Collection, con un propósito fundamental: homenajear a este grupo fundado por Anthony Rooley, que a lo largo de su historia cambió de manera drástica nuestra manera de escuchar y entender muchos repertorios antiguos, especialmente el de los madrigales y la música isabelina, entre otros. Por supuesto, yo conocía muy bien el repertorio de The Consort of Musicke; no sólo el de las aproximadamente veinte grabaciones que conformarían The Consort of Musicke Heritage Collection, sino también las que el grupo había realizado anteriormente para sellos como Hyperion, Deutsche Harmonia Mundi o L'Oiseau-Lyre: un fascinante recorrido por irresistibles repertorios de los siglos XVI y XVII sobre todo.

Fue seguramente la figura de Anthony Rooley y su espíritu inquieto y aventurero, siempre en busca de músicas maravillosas pero poco conocidas, una de las que más me llevó a enamorarme de la música antigua. (A la hora de escribir estas notas los cinco primeros discos de The Consort of Musicke Heritage Collection ya se han publicado en Cantus: C 9401 Walter Porter: Madrigals and Ayres; C 9402 Cipriano de Rore: Il Quinto Libro di Madrigali; C 9403 Cor mio, deh, non languire, C 9404 Sigismondo d’India: Il Primo Libro de Madrigali) y el disco doble C 9407/8 John Ward: Madrigals, Fantasias, Psalms & Anthems.

En las primeras conversaciones, sin embargo, ni Evelyn Tubb ni Anthony Rooley mencionaron unas grabaciones a dúo que ellos habían realizado en los años 90 y que yo desconocía completamente. Por eso, cuando empezaron a enviarme archivos sonoros de algunas de esas grabaciones, siempre realizadas en Forde Abbey, Dorset, UK, mi sorpresa fue enorme: tenía ante mí el material de casi media docena de discos de cuya existencia nada sabía, y que sin embargo contenían un repertorio tan desconocido como bello, en interpretaciones que potenciaban el sentido tan personal, íntimo y profundo que ambos tienen del arte y el trabajo de hacer música. Dos de esas grabaciones como dúo, prácticamente inéditas, ya han sido publicadas por Cantus: C 9606 Musica Transalpina, y C 9628 A Many Coloured Coat. Una de las grabaciones a dúo que más llamó mi atención cuando me enviaron los archivos de audio fue esta que ahora tienen en sus manos, titulada Elegies, y cuya primera pieza me asombró: la voz desgarradora (¡a capella!) de Evelyn Tubb, bella, llena de drama, con su característico color, con su capacidad de comunicar emociones, estaba allí, pero ¿y esa música? Los audios enviados por Anthony Rooley no contenían los créditos ni ninguna otra información. Al escuchar los primeros compases pensé que era algún tipo de lamentación medieval, pero obviamente el lenguaje armónico y melódico revelaba que tenía que ser una composición contemporánea. Lo extraordinario era que a la vez estaba alejada del lenguaje de la música antigua, pero participaba de muchos de sus recursos, con una riqueza melódica evidente, un texto que suscitaba emociones profundamente humanas y que permitían a Evelyn Tubb recrearse en lo que quizás la distingue como una de las más grandes cantantes que conozco, y es su don, su capacidad de darle la expresión exacta, idónea, su forma de “decir” (el parlar cantando del que hablaban los italianos desde principios del siglo XVI) cada palabra del texto de manera ideal dentro del discurso musical. He tenido la suerte de trabajar con las otras dos artistas que en mi opinión han tenido una capacidad similar, y ambas proceden de dos mundos musicales muy diferentes: la ya desaparecida cantante folklórica argentina Mercedes Sosa y la brasileña Simone Bittencourt. A mi modo de ver, sólo ellas, Evelyn, Mercedes "La Negra" y Simone han recibido ese indescriptible regalo divino de saber “decir” las canciones de la manera que uno exactamente espera.

Pero, entonces, ¿qué era ese primer audio que escuché aquella noche una y otra vez y que me dejó completamente anonadado? Era la Invocación que abre el disco, titulada My lute within thyself, compuesta por... ¡Anthony Rooley! Mi primer pensamiento fue que si el disco se abría con una pieza tan peculiar, tan personal, tan conmovedoramente bella, en la que Evelyn Tubb ofrecía una clase magistral de cómo entender un texto y en apenas dos minutos y medio pasaba de la queja más desgarradora a un impresionante susurro para desgranar con una sutileza extrema las palabras más sentidas del poema, ¿qué otras maravillas podría contener la grabación? Y su escucha no me defraudó, por eso ahora tengo el placer y el honor de presentarles uno de los discos más especiales que he publicado en toda mi carrera. Sería poco práctico enumerar aquí todos los momentos mágicos en los que Evelyn Tubb nos hace saborear el texto y la música de manera casi milagrosa, respondiendo milimétricamente a cada uno de los giros emocionales y dramáticos de las piezas aquí incluidas. En su estilo típicamente imaginativo, libre de prejuicios y sumamente curioso, Evelyn Tubb y Anthony Rooley plantean su disco con siete lamentos como eje central (el número siete tantas veces recurrente en las músicas antiguas cuando se habla de dolor, y que tiene su más famoso ejemplo en las Seven Passionate Pavans de las Lachrimae de Dowland), con pequeñas piezas arregladas para laúd por Anthony Rooley a modo de preludios, la invocación antes mencionada y, para finalizar, un epílogo que procede de la ópera-pastiche Thomyris, que contó con contribuciones de varios importantes compositores italianos, entre ellos Agostino Steffani, autor del aria Farewell love. Johnn Pepusch hizo una versión de esta pieza para una edición posterior, y Anthony Rooley la ha rescatado aquí en su propio arreglo para voz y laúd y cerrar así un disco memorable, de matices infinitos. Cuando vuelvan a preguntarme por qué, a pesar de que ahora se venden muchos menos CDs físicos que antes, continúo publicando en Cantus ediciones de lujo de repertorios minoritarios, diré: por el placer de dar a conocer un maravilloso disco como este.

© José Carlos Cabello, San Lorenzo de El Escorial, texto revisado en enero de 2023.

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